Goma de borrar
Me llamo Benito Fuensanta y llevo varios días viendo cómo me estoy borrando. Hace un mes, dos semanas y seis días me levanté y, cuando fui al baño, vi en el espejo que me faltaba una oreja; si bien era cierto que notaba un molesto pitido, no me dolía lo más mínimo, se trataba de la oreja izquierda.
A la mañana siguiente me faltaba un ojo, menos mal que no era la otra oreja, era algo asimétrico pero, a pesar de estar algo sorprendido, no me parecía tener suficientes razones para ir al médico. Decidí esperar unas semanas más antes de pedir cita; en realidad no me gusta admitir que tengo pánico a cualquier cosa o persona que lleve bata blanca, menos a los cocineros.
Pasadas unas tres semanas empecé a perder extremidades, dejé de ir al trabajo, no quería que nadie me viera así, o no me viera así; por lo que decidí que lo mejor era hacer la compra por internet y decirle a mi familia que estaba con una gripe muy contagiosa y mejor que no vivieran a verme. Pero quien más ha sufrido con todo esto es mi gato, Lucas; el pobre no sé cómo sigue vivo después de los sustos que se ha ido llevando al ver cómo se me iban borrando partes del cuerpo de forma paulatina. Creo que ha aguantado porque todavía me reconoce gracias a mi olor; no voy a ocultar que en todos estos días he tenido miedo a ducharme por si aceleraba el proceso.
Reconozco que lo he ido dejando y dejando y ahora he llegado al punto en el que sólo me queda la boca, suficiente para pedir una cita médica gracias al sistema de reconocimiento de voz de mi teléfono. La semana pasada, cuando todavía me quedaban la frente y unos pelos, el pánico se apoderó de mí y no pude alargarlo por más tiempo. Heme aquí, ha pasado un mes, dos semanas y seis días.
Sigo sin tener dolores, no echo en falta ninguna de las partes de mi cuerpo que se ha borrado, sólo cuando me miro en el espejo, porque no me veo. He probado a tomarme una aspirina, otro día tomé ibuprofeno; he dejado de fumar y todas las mañanas hago cien abdominales para mantenerme en forma. Lo que no he dejado es la cerveza, eso sí, me limito a una con la cena, no quiero abusar. En cuanto al sexo, como es de imaginar, lo tengo difícil.
¿Qué me pasa, doctor?
Te felicito por este inquietante relato. Me ha recordado al estilo de J.J. Millás en algunos de sus relatos cortos. Podríamos pensar que es un sueño lo que está viviendo, bueno, una pesadilla. Surrealismo con un toque de humor excelente.
ResponderEliminarMe encanta también el simbolismo de dejar de verse a uno mismo, poco a poco, pero al final ser consciente de tu identidad invisible. Delicioso ;)))
Muchas gracias, tu comentario me anima a seguir escribiendo, además, eres la única persona que me pone comentarios:))
Eliminarpues yo puse uno, bueno y ahora otro, y además lo convertire en audio... un placer disfrutar de tus palabras, de tus textos, de tus ideas.
ResponderEliminarun abrazo desde el sur galactico
Uy, tiene usted toda la razón... mis más sinceras disculpas:D
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