Herland, a pesar del olvido
Quise leer un libro, un viejo libro. Llevaba doce años esperando en distintas estanterías. Siempre vino conmigo, de aquí para allá, en silencio, como amigo fiel, sin decir nada, sin hablar nada más que todo lo que su portada me hacía recordar, ese asunto pendiente entre él y yo. No era poco.
Más de una vez sentí vergüenza, vergüenza de haber aparcado mis proyectos, vergüenza de haberme apartado del camino que me había trazado minuciosamente, vergüenza de ni siquiera haber pasado del primer capítulo. Por eso, en muchas ocasiones, cuando pasaba cerca de él, esquivaba su mirada, sus miradas, me sentía incapaz de enfrentarme a ellas. Me daba tanta vergüenza.
Hoy quise volver a abrirlo, quise reabrir la carpeta de proyectos incompletos. Me acerqué a él, en realidad era ella, eran todas ellas, creo que alguna esbozó una sonrisa. Repasé sus páginas y una extraña sensación me invadió al ver las notas que había escritas en los márgenes, pequeños recordatorios futuros casi borrados, llamadas de atención en post-its gastados por el tiempo y polvo, mucho polvo.
El polvo se metió en mis manos, atacó a mi garganta e irritó mis ojos. El polvo fue cruel abogado defensor del tiempo malgastado. Luché contra él, hice nuevas notas, repasé las antiguas, reviví la emoción de la historia que había elegido, me encontré adentrándome en Herland de nuevo, a través de la hermosa espesura, del río teñido de azul y rojo. Volví a ser polizonte, navegante, científica, millonaria aventurera. A pesar de los años, a pesar de la vergüenza, a pesar del polvo.
nunca el tiempo es perdido
ResponderEliminares sólo un recodo más
en nuestra ilusión ávida de olvido
nunca el tiempo es perdido
El tiempo es ese aliado-enemigo-aliado que todo lo puede...el tiempo es el alma de la vida...
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